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Os dejamos el artículo que ha publicado un padre dando las gracias a los que animan a leer a sus hijos:
DE CÓMO SE EMPIEZA A LEER...Y YA NO SE PUEDE PARAR"
Un niño que lee…. es un adulto que piensa
Vivimos
en una época en la que prima más la competitividad y la prisa de llegar rápido
(y sin apenas esfuerzo) no se sabe bien
a donde incluso ni siquiera para qué.
Para
mí (e imagino que para la mayoría de los padres y madres también) me es muy grato saber que existe un grupo
humano capaz de parar las prisas y de hacer que nuestros hijos se aficionen
cada día más a ese interesante mundo, que no es otro sino que la LECTURA.
Si,
LECTURA, y con mayúsculas. LECTURA. Esa es la palabra clave…. LECTURA.
Hoy
en día es muy difícil centrar la atención de nuestros hijos. Les cuesta
estudiar, apenas se concentran. Nosotros, los padres y madres, nos quejamos de las nuevas tecnologías. Los
móviles, tablet, y demás aparatos electrónicos como “la play y la wii” copan su atención…. Y yo me pregunto ¿Qué hacemos nosotros al
respecto? ¿Acaso fomentamos entre nuestros hijos ese sano hábito de abrir un
libro?
Aún
recuerdo cual fue el primer libro que tuvo mi hijo. Era, creo que, de goma eva,
con apenas cuatro páginas.
Él
(como casi todos nuestros hijos) tenía entonces (y tiene ahora) mil y un
juguetes. Podía elegir cualquiera y sin embargo, siempre elegía su libro. Iba a
todas partes con el debajo del brazo. No
sabía leer, contaba con apenas un año de edad, apenas caminaba pero lo que no
le podía faltar era su libro, esas cuatro páginas gruesas de colorines con
dibujos que él miraba y remiraba hasta la saciedad.
Recuerdo
como sufrió el día que lo perdió. Intentamos, en vano, conseguir otro igual
pero fue imposible. No había. Él solo quería su libro, con sus mismos dibujos.
Pasó
el tiempo, y después de ese libro, llegaron otros. Y después otros. Él (que ya
sabía leer), no los leía, los devoraba. Uno tras otro, todas las noches, antes
de dormir, tenía que leer…. -Sólo
unas páginas… unas pocas páginas, decía.
Colecciones
infantiles, con temáticas acordes a su edad, de aventuras, de personajes
fantásticos, de niños y ratones aventureros. Todos los disfrutaba. Junto a la
cama, en su mesita de noche, siempre hay dos, incluso tres, libros.
Recuerdo
como su abuelo paterno, en un “pacto firmado entre ambos” (pacto que aún mantienen
en vigor), se comprometió con él a comprarle todos los libros que iban saliendo
de un “muy gracioso” y “peculiar” diario de ese personaje llamado Greg.
-
No permitas nunca que el niño deje de
leer, bajo ningún concepto, solía decirme
el abuelo (mi padre). - Yo no tuve esa
suerte, me decía.
-
Veremos a ver cuando llegue al instituto.
A esa edad que todos sabemos…. le
decía yo casi como asumiendo que el hábito se iría diluyendo con el transcurso
del curso.
Y
llegó el instituto. Y con él, llegó también la mágica palabra, FILDURCIO.
- ¿Qué
es eso?, preguntábamos.
- Son unos personajes, que nos dan puntos por leer libros, nos decía.
- Pero ¿para qué sirve?
- Es muy fácil. Solo tienes que ir a la biblioteca del instituto, sacar
un libro (cosa que es GRATIS en un
mundo en el que todo se paga), leerlo, entrar en el blog de la biblioteca y
rellenar un pequeño “cuestionario”. Si lo haces bien, y lo rellenas en el plazo
establecido, ¡¡¡TE DAN UN FILDURCIO!!!
Nuestro
interés fue creciendo y volvimos a preguntar:
- ¿y con ese FILDURCIO que haces?
- Pues los juntas, y
al final de curso (o en navidad también) hacen sorteos de regalos, o los
canjeas por juegos, etc. Ah, y lo más importante ¡¡¡¡Podemos ir de viaje con el
Instituto!!!
- ¿Cómo? Resoplo
con asombro. Me estás diciendo que hay
una historia montada, con lo que eso conlleva de trabajo (aparte de la
docencia), sólo para fomentar que los alumnos y alumnas se aficionen a la
LECTURA?
La respuesta de mi hijo fue tan rápida como
natural y rotunda:
- SI.
- SI.
Y
entonces comprendí que hay proyectos, aunque poco reconocidos por las
instituciones (que son las que luego se apuntan el tanto) que realmente merecen
la pena. Proyectos cargados de ilusión, de dedicación, con la sana intención de
la satisfacción personal y de aportar, más si cabe, un impulso hacia arriba en
la educación de nuestros hijos.
Comprendí que los maestros y maestras (a mí siempre me ha gustado la palabra maestro) merecen nuestro apoyo, merecen que les animemos a seguir construyendo un futuro mejor para nuestros hijos, pero si hay algo que realmente merecen es NUESTRO RESPETO (eso sí, pero con MAYÚSCULAS).
Comprendí que los maestros y maestras (a mí siempre me ha gustado la palabra maestro) merecen nuestro apoyo, merecen que les animemos a seguir construyendo un futuro mejor para nuestros hijos, pero si hay algo que realmente merecen es NUESTRO RESPETO (eso sí, pero con MAYÚSCULAS).
Gracias a todos los que animan a leer a nuestros hijos.
Padre de alumno del IES Clara Campoamor-Peligros
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